pequeños saltamontes

A veces, cometemos errores por miedo a arrepentirnos después. Te besé porque sentí que si no lo hacia en ese momento, iba a morir de ganas allí mismo. Aunque sabía mejor que tu que luego iba a ser un cargo sobre mi conciencia. Creo que ya no te quiero y me gustaría afirmarlo, pero sería mentir y prefiero no hacerlo. Lo creo porque la distancia hace el olvido, aunque a veces estes a 2 mm de mi, y me susurres al odio. A pesar de eso, y de que vuelbas a mi cada día, creo que ya no te quiero. Pero si te echo de menos, algo que no puedo soportar. Porque no me gusta nada el echarte de menos, es como morir muy poco a poco. Como sentir que te explota el pecho y manchas tu alrededor de dolor. Exactamente. Eres fruto prohibido, y lo prohibido se hace tentador. Eres un hipócrita. Y un niñato. Un malcriado y consentido. Eres un caprichoso. Eres el peor error que he cometido durante todos estos años. Y aun así, te sigo escribiendo. Mírame, con los ojos empañados y los párpados tocando suelo. Pero escribiendote. Sin argumentos. Porque es lo único que calma estas ganas insaciables de volverme loca y correr bajo la lluvia hasta tu portal. Para verte abrazado a otra niña. Porque otra cosa que no entiendo, es que le regales besos a otras, y mientras, me escribas todos los días. Que me escribas y me digas gilipolleces. Así como que no puedes vivir sin mi, y que estás muriendo. Porque lo que te hubiera salvado en ese momento, fuera que murieras por mi en el momento en que doblaba la esquina después de toda una tarde juntos. Pero tu te ibas a mimosear a otra. Que no supieras que hacer sin mi cuando faltaba 1 hora para vernos y estabas ansioso. Entonces, me hubieras demostrado lo mucho que dices que me quieres. Pero ahora, a buena hora. Justo ahora que las cosas empiezan a ir bien, sin mirar atrás, sin pensar en ti. Ahora dices que todo cambiará, que el destino nos unió. Pero ahora que aprendí a no estar contigo, a confiar en los brazos de algun otro chico, ahora, vuelves para pedirme que regrese. Fue difícil llegar hasta aquí, no llorarte cada noche. Pero ahora, aun con miedo de querer a otro tanto como te quise a ti, es lo único que quiero en estos momentos. Y ya me dejaste claro que esto iba a acabar cuando tu decidieras que acabara... Pero no te lo voy a permitir. Porque ya me trataste demasiado tiempo como tal basura y ahora, me toca a mí. Ahora quiero ser feliz. Y el primer paso es que te marches ya de aquí, así tan sólo nos hacemos daño los dos. Es que tu eres como la nicotina, que engancha.

4 pequeño(s) saltamontes:

Anónimo dijo...

Mi propia marca de heroína..

Necesitas todo el rato esos ojos, es un vicio incontrolable.

Muás

Ana dijo...

¿Sabes?, creo que algo de esto me suena... jeje
Me ha gustado mucho, por eso (y por otras muchas cosas), creo que hay algo que te pertenece en mi blog =)

un beso ^^

Lara T. dijo...

Es simplemtente precios lo que has escrito.. me encanta..
Me he enamorado de tu blog (L)
Un beso.

Andrés E. Medina dijo...

La nicotina engancha y mata (a la larga) pero sobre todo es dañina para el que no sabe dejarla.

Pero es muy cierto, a veces cometemos errores para no arrepentirnos después, aunque es muy probable que desde el principio seamos conscientes de que es un error solo que tal vez subestimamos las consecuencias y al pensar que son menores de lo que realmente serán las aceptamos.

¿Qué queda?, valor y dignidad para afrontar el error. Y resignación por aquello que aunque muy deseado no pudo ser como nos habría gustado.

Publicar un comentario

¿Qué le dices a este corazón?